Especial de Navidad Covenant

sábado, 2 de enero de 2016

¡Hola! Hoy os traigo una escena extra muy especial...

Ya sé que la Navidad ya pasó, y no sé cómo no me acordé de esta escena antes, pero bueno, aquí os la dejo hoy de nuevo, para recibir al segundo día de este 2016

Espero que la disfrutéis.


ESPECIAL NAVIDAD COVENANT

<<Puros y mestizos no celebraban la Navidad como los mortales. Teníamos nuestras superespeciales vacaciones en Febrero…salvajes. Pero no había árbol de Navidad, ni tronco de Navidad, galletas o muérdago. Nada de canciones cursis, pero sí divertidas.

Desde que había pasado varios años en el mundo mortal, me había empezado a gustar la Navidad y toda la alegría de esta festividad. Tanto como para llevar dos semanas hablando de ello cuando estaba con Aiden o Seth. Y cuando el día de Navidad llegó, y a nadie en el Covenant podía importarle menos, yo estaba entrando en Pueblo Deprimente, población: Alex.

Suspiré.

Me arrastré por mi habitación, tirando la mochila al suelo. Tenía una enorme cantidad de deberes sobre Mitos y Legendas que hacer, pero fui hacia mi ordenador en mi pequeño escritorio y encendí a la bestia. Fui a Youtube y empecé a ver vídeos sobre las Vacaciones Navideñas Nacionales en Lampoon. Unas cuantas horas después de diversión familiar, un golpe sonó en mi puerta.

Pasándome las manos por el pelo, me acerqué a la puerta.

Aiden estaba ahí, sus manos a su espalda, su increíbles facciones inexpresivas. Aquellos ojos, eran de un gris metálico. Tranquilos. Enfocados.

“¿Ocupada?” preguntó, su voz grave y suave hizo cosas divertidas en mi estómago.

Miré hacia mi habitación y arqueé una ceja “No realmente”

“Bien. Ven”

Normalmente, me habría negado a cualquier orden de “Ir” sin ninguna explicación, pero éste era Aiden  y sí, él tenía más margen que los demás. Y tenía curiosidad sobre por qué me estaría Aiden llevando fuera. Curiosidad. Esperanza. Cálida y vaga…

Cerrando la puerta tras de mí, le seguí por el silencioso pasillo. Era más tarde de lo que pensaba. La brisa fresca y húmeda del océano golpeó, y me encogí debajo del jersey. En el mundo mortal, todo estaría cubierto de luces brillantes y gente cantando villancicos.

Aquí, había Guardias y Centinelas patrullando por las dunas. Ninguno de ellos parecía sorprendido de vernos. Considerándolo todo, estaban acostumbrados a verme con Aiden o cualquier otra niñera.

“Bueno, ¿Qué pasa?”

Aiden me observó “Ya lo verás”

Mis cejas bajaron “¿Veré el qué?”

“Unos minutos más, Alex”

La paciencia era una virtud que tenía que trabajar. Mi boca ardía ante la necesidad de hacer preguntas que apenas podía contener a medida que rodeábamos el patio y nos encaminábamos hacia las dependencias de entrenamiento. Mis hombros se desplomaron.

“¿Vamos a entrenar?” Geez, entendía que no celebrásemos las vacaciones, pero era Navidad y me daban ganas de gritar.

No dijo nada, pero ahí estaba esa mirada en sus ojos grises. Reservada con un toque de travesura mezclada. Mientras empujaba las puertas para que se abrieran, mi curiosidad no conoció límites. ¿Qué estaba tramando Aiden? ¿Y sería divertido?

Si lo era, realmente debía de existir Santa Claus.

Ahora estaba sonrojada como un maní.

En vez de girar hacia la izquierda, donde estaban todas las grandes salas donde se guardaba el material de entrenamiento, siguió caminando por el pasillo apenas iluminado.

“Aiden ¿qué pasa?”

Se apartó un mechón ondulado y oscuro de sus ojos y suspiró “Necesitamos trabaja con tu paciencia”

“Ja”

Sus labios formaron una media sonrisa “¿Has oído alguna vez eso de que las cosas buenas llegan a aquellos que saben esperar?”

Puse los ojos en blanco.

“Vamos” Puso una mano en mi espalda, entre mis omóplatos, y se me paró la respiración.

Su toque me había silenciado. A lo mejor lo hizo por eso. Nadie le culparía y muchos querrían tener ese poder sobre mí.

Haciéndose a un lado, me empujó hacia la habitación a oscuras. Entré, mirando por encima del hombro “Uh,  ¿no me vas a encerrar en esta habitación a oscuras o algo así, verdad?”

Aiden se rió, y entró, cerrando la puerta y haciendo que la habitación se quedara totalmente a oscuras. Mis ojos picaban y me quedé totalmente quieta. Sabía que esta habitación contenía una de las salas de privación sensorial.

Un aire cálido me rozó la mejilla, jugando con el cabello de mi sien. Un escalofrío recorrió mi piel y cerré los ojos. Hubo un sonido de encendido.

“Abre los ojos, Alex” la voz de Aiden estaba tentadoramente cerca.

Lo hice y mi boca se abrió totalmente.

Parecía como…si hubieran metido la Navidad en aquella habitación.

Y lo amaba.

“Oh…” No tenía palabras.

Había luces de navidad por todas las paredes, cubriendo la sala de privación sensorial a la derecha. Había un árbol de casi dos metros en el centro de la habitación, con espumillones plateados del mismo color que los ojos de Aiden. Bolas brillantes cubrían el árbol.

Anduve despacio, aturdida.

Había guirnaldas por todos lados, rojas y verdes. Había unos calcetines enormes colgando de un armario. Había una lámpara con una cara.

“¿Ves el botón rojo?” Dijo Aiden detrás de mí “Apriétalo”

Lo hice con un dedo tembloroso. Rudolph, el reno de la nariz roja empezó a moverse. Empecé a reírme, pero la risa se me quedó atascada en la garganta.

“Canta un montón de canciones” Las pestañas de Aiden cubrieron sus ojos “No sabía si tendrías una favorita”

“Es perfecto” Me di la vuelta. Había un montón de velas encendidas a los pies del árbol, junto a lo que parecían ser galletas y leche. Me quedé sin aire. “Aiden…”

Había un árbol Charlie Brown en la esquina. Las ramas eran finas y estaban desnudas, con el peso de las bolas rojas y verdes empujando. Conseguí reír a través de la bola que se había formado en mi garganta. No tenía ni idea de cómo había conseguido hacer esto sin provocar un millón de preguntas. Era alucinante – él era alucinante.

“Oh, por los dioses, Aiden…” fui hacia el árbol pequeño, conteniendo las lágrimas. Dioses, me iba a derrumbar como una niña viendo el Diario o algo así.

“Seth y Deacon ayudaron también” Dijo Aiden, con las manos en los bolsillos.

Mi mirada se clavó en el elfo sexy con un bikini rojo con pieles blancas que había de una foto. Sonreí “Me apuesto a que sí”

Aiden se agachó, y cuando se levantó, me acercó un plato con galletas y un vaso de leche. Sonreí mientras los cogía “¿Tú…hiciste estas?”

Aiden echó la cabeza hacia atrás y se carcajeó “No. Las hizo Deacon. Las espolvoreó con virutas verdes y rojas sólo para ti”

Pestañeé otra vez, mientras mordía el maravilloso dulce. Lágrimas de felicidad ardieron en mis ojos. “Gracias, Aiden. Honestamente, tú…no tienes ni idea” Se encogió de hombros “No tienes nada que agradecer”

Parecía que nunca podría agradecerle nada, pero lo que había hecho por mí – lo que otros chicos le habían ayudado a hacer – me llenó el pecho.  En cualquier momento acabaría flotando por toda la sala. Terminé las galletas y la leche, intentando mantenerlas juntas.

“De cualquier forma” dijo “Puedes estar aquí todo el tiempo que quieras - ¿Estás llorando?” Aiden se puso a mi lado. Su mano se apoyó en mi hombro.

“No – No realmente” Me forcé a reír y dejé el plato y el vaso a un lado. “No puedo creer que hayáis hecho esto” Volví a perderme en la habitación y después miré hacia arriba, encontrándome con sus ojos “Me encanta la Navidad, me encanta…”

Su sonrisa se volvió tierna “Lo sé. Por eso hicimos esto. Te mereces un poco de alegría navideña”

No estaba realmente segura de merecer todo aquello “¿Fue tu idea, verdad?”

La mirada de Aiden me recorrió todo el rostro. No hubo respuesta. Por supuesto que sí. Este era Aiden – El tipo de chico que prestaba atención a mi verborrea sin sentido sobre unas fiestas que él nunca ha celebrado y sabía lo que significaba para mí. Y después no se daba ningún crédito por ello.Parte de mí se deshizo.

“Gracias” susurré.

Miró hacia arriba “Huh, mira ahí”

Mi mirada siguió la suya y mi corazón dio un brinco. Una planta verde y frondosa colgaba del techo. Dos bayas rojas brillaban con la luz parpadeante.

Sip, mi corazón se detuvo.

“Creo que hay una especie de tradición con respecto a esta planta” dijo Aiden, volviendo su mirada a mi mirada asombrada “¿Cómo lo llaman?”

“Muérdago”

Sus labios se abrieron, en una lenta e irresistible sonrisa “Hmmm…”

No tenía nada que decir. NADA.

Aiden bajó la cabeza. Sus pestañas cayeron, ocultando sus ojos, pero vi el rayo plateado antes de que lo escondiera. Mis propios ojos se cerraron mientras mi corazón latía desbocado, mis piernas débiles. Sentí primero su cálido aliento sobre mis labios y después el suave beso como una respiración.

Me tomó la mano, la llevó a su boca y puso un beso en el centro de mi palma “Feliz Navidad, Alex”

Suspiré, más feliz de lo que podía recordad “Feliz Navidad, Aiden”>>


No sé cómo pude olvidarme de esta escena...¡con lo bonita que es!
♥♥♥
Aiden siempre tendrá un lugar en mi corazón.





Traducción: Bella Carstairs

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